Fototeca literaria

Coordina Pedro Hilario Silva.
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una foto/ un autor / un libro

Mapamundi literario. https://www.greenmebrasil.com/viver/arte-e-cultura/8017-mapa-mundi-literario/

Una de las actividades más frecuentes que llevamos a cabo cuando viajamos es la de fotografiar paisajes, monumentos, esculturas… Lo hacemos por la calle y lo intentamos también en los museos y en el interior de los edificios. Las razones por las que llevamos a cabo esta actividad son, sin duda, variadas, pero en todas ellas suele subyacer una especie de admiración, fascinación o asombro ante lo captado por nuestra cámara. La imagen puede surgir como forma de evocación o de eso que alguno han llamado fetichismo literario, pero también como homenaje hacia quien ha creado obras que nos han emocionado, enseñado inquietado, conmovido. Esta doble dimensión de la imagen fotográfica es la que da sentido a esta sección en la esperamos que aquellos socios y visitantes que lo deseen compartan esa fotografía personal en la que quisieron dejar constancia de su admiración hacia un poeta, un novelista o un dramaturgo a través de esa imagen que captura ese instante en el que posaron junto a su estatua, retrato o vivienda.

Conocer y ubicar los lugares donde han nacido o residido, o que han visitado, estos autores a través de nuestras imágenes nos permitirá construir entre todos un atlas vital y literario lleno de propuestas viajeras y elaborar un itinerario de lugares significativos que, creado sobre vínculos literarios, establezca nuevos lazos emocionales que humanice a los escritores y nos los haga más próximos.

La ubicación del lugar donde se realiza la fotografía y un pequeño comentario sobre las razones que motivaron dicha acción, así como una breve cita de alguna obra del autor evocado, completarán cada aportación icónica a la sección. Si a ello le añadimos la lectura de algún fragmento de la obra citada, perfecto.

Si deseas participar en este aventura, puedes enviar tus archivo a:

1. Europa. Junto a la casa de Pierre Loti. Rochefort. Francia

«…en el fondo de las selvas de Siam, he visto alzarse la estrella vespertina sobre las grandes ruinas de Angkor…» (Pierre Loti)

En 2014 visité por segunda vez la ciudad francesa de La Rochelle. A 29 kilómetros de esta hermosa villa marinera, situada dentro del departamento de Charente Marítime, en la región Nueva Aquitania, se encuentra Rochefort, ciudad que seguramente casi todos confundirán con la ciudad de Roquefort, en donde se elabora el famoso queso azul, pero con la que nada tiene que ver, salvo el que las dos son francesas. No fue, pues, degustar las exquisiteces de ningún queso azul lo que me hizo recorrer esos 29 kilómetros por la campiña francesa, sino el hecho de que en esta antigua ciudad costera del suroeste francés nació el 14 de enero de 1850 Louis-Marie-Julien Viaud, quien será conocido en el mundo literario como Pierre Loti. Mi interés por visitar el número 137, de la Rue Pierre Loti no era, pues, otro que conocer dónde había nacido este marino, corresponsal y viajero empedernido, elegido miembro de la Academia Goncourt en 1883, y miembro de la Academia Francesa en 1891, quien en 1901 escribió una de las obras más deliciosas y evocadoras que he leído nunca: El peregrino de Angkor. La foto elegida quiere ser testimonio de esta visita.

En la sección ‘Recitario’ de esta página web, en la entrada 152, podemos encontrar: Pierre Loti (1850-1923): fragmento del libro de viajes «El peregrino de Angkor» (1912) [2000], leído por Pedro Hilario Silva.

(Autor de la fotografía Pedro Hilario Silva)


2. Europa. Junto a la estatua de Antonio Machado. Segovia, España

«…Verdad que el agua del Eresma/nos va lamiendo el corazón[…] / !Torres de Segovia,/ cigüeñas al sol!…» (Antonio Machado)

A las puertas del Teatro Juan Bravo, en la Plaza Mayor de Segovia, tiene Antonio Machado una escultura en bronce. En ella el poeta de la Generación del 98 aparece representado con gabán y bufanda, apoyándose en un bastón, al tiempo que sujeta en su mano izquierda mi admirado libro Campos de Castilla. Aunque al autor sevillano se le identifica con la ciudad castellana de Soria, en donde vivió y contrajo matrimonio con Leonor Izquierdo, lo cierto es que también en Segovia vivió durante siete años en los que ejerció de profesor de francés en el Instituto de segunda enseñanza de esta hermosa ciudad.

Yo, que en 2012 visitaba de nuevo Segovia, descubrí con sorpresa la estatua que había sido inaugurada dos años antes. La foto elegida quiere ser testimonio de este encuentro.

(Autor de la fotografía Pedro Hilario Silva)


3. Europa. Frente a la casa de Liev Nikolaievich Tolstoi (León Tolstoi). Moscú. Rusia

«Toda la variedad, todo el encanto y toda la belleza que existe en este mundo está hecha de luces y sombras».(León Tolstoi)

Solo por haber escrito Guerra y Paz, el conde de Tolstoi merece su puesto en el panteón de los más grandes autores de la literatura universal de todos los tiempos. La foto está tomada en 2016 junto a la casa del escritor, ubicada en Lva Tolstogo, 21, en el barrio moscovita de Jamóvniki (metro Park Kultury), cerca de la espléndida iglesia de san Nicolás. Es un casa amplia, construida de madera y pintada de colores alegres.

En esta casa León Tolstói vivió casi veinte años. Desde 1882 hasta 1901. La casa, hoy convertida en Museo, al parecer se reconstruyó y amuebló siguiendo sus instrucciones, por lo que permite imaginarnos la manera de vivir del escritor y su familia.

(Autor de la fotografía Pedro Hilario Silva)


4. Europa. Con la estatua de Alfonso X el Sabio en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid

«Acucioso debe el rey seer en aprender los saberes, ca por ellos entenderá las cosas de raíz; et sabrá mejor obrar en ellas, et otrosí por saber leer sabrá mejor guardar sus poridades et seer señor dellas, lo que de otra guisa non podie tan bien facer, ca por la mengua de non saber estas cosas haberle por fuerza de meter otro consigo que lo sópiese, et poderle hie avenir lo que dixo el rey Salomon, que el que mete su poridat en poder de otro facese su siervo, et quien la sabe guardar es señor de su corazón; lo que conviene mucho al rey».

COMO EL REY DEBE SEER ACUCIOSO EN APRENDER LEER, ET DE LOS SABERES LO QUE PUDIERE
PARTIDA SEGUNDA. TÍTULO V, LEY XVI

154. Alfonso X el Sabio (1221-1284): «Como el rey debe ser acucioso en aprender leer», fragmento de la Partida Segunda. Título V. Ley XVI (s. XIII), en versión de Antonio Solalinde (1922), leído por Javier Fernández Delgado para Fototeca literaria 4 (4 septiembre 2022). Véase El rey lector en web cooperativa. En Recitario 154.

El Liceo Español Luis Buñuel de París, de Acción Educativa Exterior española, llevó a cabo el pasado año un proyecto educativo con el que colaboraron varios miembros de nuestra Asociación con responsables de los departamentos de Historia, Lengua y otros del instituto parisino, que consistió en crear el sitio web Alfonso X el Sabio Web cooperativa 1221-2021, que conmemoraba los ocho siglos del nacimiento del Rey Sabio.

La conectividad digital permitió el trabajo colaborativo Madrid-París, que confluyó finalmente en una semana cultural que incluyó un Videoencuentro conmemorativo del centenario de Alfonso X el Sabio entre alumnos del Liceo Luis Buñuel (2.º Bachillerato) de París (Francia) y del Instituto Condestable Álvaro de Luna (1.º Bachillerato) de Illescas, Toledo (España). Fruto de esos trabajos fue también el artículo en el n.º 11 de Letra 15 titulado El Rey Sabio para bachilleres, en su centenario y varios audios que recogimos en Fonoteca 17.

17. Alfonso X el Sabio (1221-1284), dos textos recitados por Luis Cañizal: «Aleixandre y el hipotamo» (1:26), de la General e Grand Estoria, y «De las avantaias de los trebeios del acedrex», sobre el rey (0:46), de Libros de axedrez, dados e tablas. En su artículo incluido en Alfonso X el Sabio, web cooperativa 1221-2021 (2021). Atención a la pronunciación antigua, como quería Rafael Lapesa.

La imagen registra la emoción compartida tras la puesta en marcha definitiva del proyecto promovido por Consejería del Ministerio de Educación y Formación Profesional de España en Francia.

En la imagen, estatua del Rey Sabio en la Biblioteca Nacional de España en Madrid, con presencia del editor web, Javier Fernández Delgado, y el coordinador del proyecto parisino, Leandro Sánchez Garre, tras la reunión técnica de el 16 de febrero de 2021. Autor de la fotografía Luis Cañizal.


5. Norteamérica. Entrada al Cherry Lane Theatre. Nueva York, Estados Unidos

«How many roads must a man walk down/ Before you call him a man? (¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre antes de ser llamado hombre?)». (Bob Dylan)

Una de las zonas de Nueva York que uno debe recorrer con tiempo es, sin duda, el barrio de Greenwich Village, uno de los lugares con más sabor literario y artístico de la Gran Manzana. En este popular barrio, conocido cariñosamente como «The Village», está el Cherry Lane Theatre (‘Teatro de la Vereda de Cerezos’), un pequeño teatro, ubicado en el 38 Commerce Street, entre las calles Barrow y Bedford, en el vecindario West Village, que pasa por ser el más antiguo de la ciudad que funciona continuamente fuera de Broadway. Es en su entrada donde, en el verano de 2018, poso para la foto .

Varias son las razones que me llevaron a ello; por ejemplo, el hecho de que Robert Zimmerman, más conocido como Bob Dylan (el nombre artístico lo tomaría del poeta británico Dylan Thomas, otro habitual de las tabernas del barrio), Premio Nobel de Literatura en 2016, tocaba allí sus canciones mucho antes de su ascenso a la fama; pero sobre todo porque  este pequeño teatro acogió durante muchos años gran parte de las actuaciones de la vanguardia teatral que se identificaron con la llamada contracultura artística. De hecho, allí representaron sus obras regularmente muchos dramaturgos asociados con el teatro del absurdo; llegando, incluso,  Samuel Beckett a estrenar en él su obra Final de la partida en 1957.

(Autor de la fotografía Pedro Hilario Silva)


6. Europa. Sepultura de Cortázar en el Cementerio de Montparnasse, en París

«’Después de todo’, pensó Oliveira, ‘los juegos en el cementerio los puedo hacer yo solo’.
Fue a buscar el diccionario de la Real Academia Española, en cuya tapa la palabra Real había sido encarnizadamente destruida a golpes de gillete, lo abrió al azar y preparó para Manú el siguiente juego en el cementerio.
«Hartos del cliente y de sus cleonasmos, le sacaron el clíbano y el clípeo y le hicieron tragar una clica. Luego le aplicaron un clistel clínico en la cloaca, aunque clocaba por tan clivoso ascenso de agua mezclada con clinopodio, revolviendo
los clisos como clerizón clorótico»
(de Rayuela).

En París los cementerios están repletos de vivos que los recorren para evocar a los muertos y ejercitar el paseo por el jardín melancólico, que ya practicaron los decimonónicos antes de la llegada de la radio, el cine, la televisión y las redes sociales. Sus ecos llegan hasta hoy día, y todavía se encuentran paseantes que consultan en la entrada de los cementerios parisinos ?Père Lachaise, Montparnasse, Montmartre…? los planos de las sepulturas de las personalidades allí enterradas, y los recorren buscándolas, muchas veces con poco éxito, porque se juntan muchas generaciones de difuntos en los mismos espacios. Son lugares bellísimos y evocadores, que normalmente están bien cuidados y que da gusto recorrer. En uno de ellos está la lápida con el nombre Julio Cortázar: tocas la losa y enseguida se presentan al recuerdo La Maga y Oliveira… Abro la novela en el móvil y busco un pasaje que leo en voz alta y que dejo que se pose con suavidad en la losa de piedra.

(Autora de la fotografía Toa Colino)


7. Europa. En el retiro francés de Francesco Petrarca. Fontaine de Vaucluse, Francia

SONETO A LAURA

Paz no encuentro ni puedo hacer la guerra,
y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo;
y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;
y nada aprieto y todo el mundo abrazo.

Quien me tiene en prisión, ni abre ni cierra,
ni me retiene ni me suelta el lazo;
y no me mata Amor ni me deshierra,
ni me quiere ni quita mi embarazo.

Veo sin ojos y sin lengua grito;
y pido ayuda y parecer anhelo;
a otros amo y por mí me siento odiado.

Llorando grito y el dolor transito;
muerte y vida me dan igual desvelo;
por vos estoy, Señora, en este estado.

En 2016 nos desplazamos desde la ciudad francesa a Aviñón, en la que pasábamos unos días de vacaciones, hasta La Fuente de Vaucluse (en francés  Fontaine de Vaucluse). Se trata de un impresionante manantial kárstico situado cerca de la comuna de Fontaine-de-Vaucluse, a la que da nombre, en el departamento de Vaucluse ( en occitano Vauclusa). La razón de la visita era doble: conocer un hermoso paraje natural; pero, sobre todo, hacerlo porque a comienzos del siglo XIV el poeta Francesco Petrarca pasó allí temporadas de descanso y creación durante una de sus estancias en la Ciudad de los Papas.

A mi izquierda, hay varias placas conmemorativas que nos recuerdan esta estancia de Petrarca en el lugar: una es de la Sociedad de Amigos de Dante Alighieri (orgullo italiano), otra de los poetas del lugar y otra, sin duda, la más significativa, la que dedica a la memoria del poeta toscano la Liga internacional del Esperanto. Las placas están dedicadas tanto al poeta renacentista como a su amada Laura de Noves, noble provenzal, esposa del marqués Hugo de Sade, a la que Petrarca conoció en la Iglesia de Santa Clara durante su estancia en Aviñón el 6 de abril de 1327, y que se considera la fuente inspiradora de la obra magna del poeta italiano, una obra llena de lirismo que tendrá una repercusión inmensa en la literatura occidental: su maravilloso Cancionero.

Al parecer, será el amor hacia Laura lo que hará que el poeta precursor del humanismo vuelva en 1337 a Aviñón, tras haber abandonado Francia durante algunos años; y compré una pequeña finca cerca del manantial al que ya los romanos llamaban «Vallis Clausa» («valle cerrado»). En esa finca pasará el poeta tres años escribiendo numerosos sonetos en honor de su amada…platónica.

Soneto a Laura, recitado en la web AlbaLearning

(Fotografía de Miren Álvarez Chillida)


8. Europa. Sepultura de Jorge Guillén en el Cementerio Inglés. Málaga, España

«¡Oh luna, cuánto abril, qué vasto y dulce el aire! Todo lo que perdí volverá con las ave». (Jorge Guillén)

En las Navidades de 2018 visité de nuevo Málaga. Como en ocasiones anteriores descubrí, entre los lugares recordados, algunos nuevos que una vez más consiguieron sorprender mi curiosidad viajera y literaria. Uno de ellos fue un pequeño cementerio, ubicado en la llamada Cañada de los Ingleses,  en el distrito centro de la ciudad, en concreto en el número 1 de la Avenida de Príes, que fue el primer cementerio protestante de España. Sobre la puerta de acceso se encuentra la fecha de construcción, el año  1856.

Aunque, como en todo cementerio que se precie, hay un conjunto de monumentos sepulcrales y tumbas de postín, con rasgos clásicos, neogóticos o, incluso, modernistas, llama la atención la sencilla factura de las tumbas de sus más eximios residentes, nos referimos a las del escritor británico Gerald Brenan y su mujer Gamel Woolsey, y a la del poeta de la generación del 27 Jorge Guillén, junto a la cual poso en la foto. Sobre la lápida puede verse un casi borrado epitafio que recoge solo el nombre del poeta y los datos de su nacimiento y muerte.

Nacido noventa y un años antes en una Valladolid finisecular, Jorge Guillén, uno de nuestros mayores representantes de la llamada poesía pura, conformante del irrepetible grupo poético que conocemos como Generación del 27, vino a ser enterrado el 6 de febrero del año 1984 en este pequeño camposanto levantado en el siglo XIX para dar sepultura a los que por su religión no podían ser inhumados en tierra sagrada y eran enterrados en las playas cercanas a la ciudad. Este vallisoletano, nombrado hijo predilecto de Andalucía, que vivió años de exilio a causa de la guerra civil, hizo de su poesía, recogida fundamentalmente en su obra Cántico, un himno al ser y a la vida. La austeridad de su tumba parece hablarnos también de la sencillez del ser humano que en ella reposa.

Aunque merece que se le preste algo más de atención y cuidado, esta vieja necrópolis aún posee algo de ese misterioso encanto que tanto atrajo al escritor danés Hans Christian Andersen en su visita a la ciudad andaluza en 1863, hecho del que dejaría constancia en su libro Un viaje por España: «Algo de esa extraña fuerza ejerció el cementerio protestante de Málaga sobre mí. Llegué a comprender por qué un lunático inglés se había quitado la vida para que lo enterrasen en este lugar. Gracias a Dios, yo no soy un lunático, sino que siento deseos de ver más de este bendito mundo, y no me quité la vida. Me parecía andar por un trozo de paraíso, por el más maravilloso de los jardines.»

(Autor de la fotografía Pedro Hilario Silva)


9. Europa. La Pardo Bazán en el Jardín de la Feministas. Madrid. España

«Los Pazos de Ulloa están allí -murmuró extendiendo la mano para señalar a un punto en el horizonte.- Si la bestia anda bien, el camino que queda pronto se pasa… Ahora tiene que seguir hasta aquel pinar ¿ve? y luego le cumple torcer a mano izquierda, y luego le cumple bajar a mano derecha por un atajito, hasta el crucero… En el crucero ya no tiene pérdida, porque se ven los Pazos, una costrución muy grandísima». (Emilia Pardo Bazán)

Madrid es, sin duda, una ciudad llena de referencias históricas y culturales, muchas de ellas literarias. Pasear por sus calles es toparse continuamente con monumentos, estatuas, placas que nos recuerdan acontecimientos o personajes relevantes.  Podría haber elegido, por ello, la imagen de muchos lugares, pero he querido seleccionar esta fotografía por dos razones: la primera porque en ella vemos la estatua de una de las más insignes escritoras españolas: Emilia Pardo Bazán; una estatua, obra de Rafael Vela, que situada frente a los números 2 y 4 de la calle de las Negras, junto al cruce de esta con la calle Princesa, fue sufragada en 1926 por un grupo de mujeres, con la Duquesa de Alba al frente (uno de cuyos palacios, el de Liria, está justo al lado ); y la otra, porque la estatua se encuentra situada dentro del llamado Jardín de las Feministas.

Estoy segura de que a doña Emilia la ubicación le habría agradado, y no porque estar cerca de un palacio cuadrara con su rancio abolengo aristocrático, no olvidemos que la autora de Los Pazos de Ulloa  era condesa; sino porque fue mujer de un firme pensamiento feminista que le llevó no solo a defender a la mujer en escritos y tribunas, sino a  romper con su propio comportamiento con los estereotipos de una época en consideraba a la mujer un ser carente de individualidad, con un destino marcado por la subordinación a la figura masculina, y separada de toda proyección pública.

Al parecer, la placa situada en la actualidad en lo alto de la farola que esta situada detrás de la estatua fue objeto de vandalismo continuado cuando se hallaba ubicada junto a la acera. Por lo que se ve las cabezas de algunos no están muy alejadas de aquellos pensamientos propios de esa sociedad intolerante y opresiva que hace más de un siglo doña Emilia tantas veces criticó; pensamientos que parecen no haber avanzado desde aquellos tiempos en los que las mujeres sufrían, como la propia escritora, las consecuencias de una supuesta superioridad masculina; una actitud retrograda e irracional que entre otras cosas hizo que, a pesar de ser novelista, poetisa, periodista, traductora, crítica literaria, editora, catedrática universitaria, conferenciante; nuestra autora no solo no consiguiera el reconocimiento que merecía, sino que, por el contrario, le ocasionó críticas, insultos machistas y discriminación de hasta sus propios compañeros escritores, que le negaron hasta tres veces el ingreso en la Real Academia Española (RAE) a pesar de sus innumerables méritos.

(Fotografía de Miren Álvarez Chillida)


10. Europa. Buñuel y La Orden de los Caballeros de Toledo. Madrid. España

«Al día siguiente tomé la decisión de fundar la «Orden de Toledo». La regla era muy simple: cada uno debía aportar diez pesetas a la caja común, es decir, pagarme diez pesetas por alojamiento y comida. luego había que ir a Toledo con la mayor frecuencia posible y ponerse en disposición de vivir las más inolvidables experiencias». (Luis Buñuel)

Muy cerca de la Plaza de España, abriendo la calle de la Princesa, se halla el sexto edificio más alto de Madrid: La Torre de Madrid. Se tata de un rascacielos que mide 142 metros (162 metros con la antena) y que fue construido entre los años 1954 y 1960. Hoy posee un uso mixto, y alberga un hotel y viviendas particulares. A este emblemático edificio se le conoce por muchas cosas, incluso fue objeto de una canción, la que compuso el dúo tecno pop Azul y Negro, y a la que titularon, sin mucha originalidad,  La Torre de Madrid. Sin embargo, el motivo de que la recojamos en esta fototeca literaria es porque este edificio fuer el elegido por Luis Buñuel para vivir durante sus estancias en la capital española, entre 1960 y 1980. La placa junto al portal de acceso nos lo recuerda, al tiempo en que no duda en calificar al director maño como «Figura clave del siglo XX».

Luis Buñuel había vivido en Madrid muchos años antes de esas estancias en la Torre madrileña. Llegó a Madrid en 1917 siguiendo el deseo paterno de que estudiara ingeniería agrónoma. En Madrid permaneció unos siete años, que dieron para mucho, entre otras cosas, para formar parte, junto a Pepín Bello, Federico García Lorca y su hermano Paquito, Pedro Garfias, Augusto Casteno, José Uzelay y Ernestina González, Salvador Dalí, Rafael Albert o, Antonio Solalinde, entre otros, de la llamada Orden de los Caballeros de Toledo (que el mismo fundó y de la que da cumplida cuenta en su libro de memorias: Mi último suspiro). Excentricidad de juventud, quizás, La Orden de los Caballeros de Toledo, sin embargo, nos dice mucho de cómo era ese grupo de intelectuales y artistas con los cuales el director calandino compartió, además, durante esos años madrileños que muchos no han dudado en denominar La Edad de Plata de la cultura española, estancia en otro de los lugares emblemáticos de Madrid: La Residencia de Estudiantes,.

Junto a sus guiones y sus películas, Buñuel nos ha dejado, pues, esa obra impagable que son sus memorias; impagable, sí, pues nos permite saborear de primera mano aquellos años de comienzo del siglo XX en los que, como han apuntado más de un crítico, la novela, la pintura, el ensayo, la música y la lírica peninsulares lograrán una fuerza extraordinaria como expresión de nuestra cultura nacional, y un prestigio inaudito en los medios europeos… un prestigio europeo de lo español que no tenía precedentes desde mediados del siglo XVII.

(Fotografía de Pedro Hilario Silva)


11. Europa. Teatro popular en Cuacos de Yuste. Cáceres. España

«En la plaza de un pueblo, a poco de comenzar la representación a cielo abierto, se pone a llover implacablemente, bien cernido y menudo. Los actores se calan sobre las tablas, las mujeres del pueblo se echan las sayas por la cabeza, los hombres se encogen y hacen compactos: el agua resbala, la representación sigue; nadie se ha movido». (Damaso Alonso, 1937)

En la Comarca de La Vera, muy cerca del Monasterio de Yuste , donde Carlos I, o V, según se mire, pasó sus últimos meses de vida, se encuentra la villa de Cuacos de Yuste, conjunto urbano que llama la atención por la perfecta conservación de su arquitectura popular y nobiliaria y que allá por 1959 fue declarado “Paraje Pintoresco” -que viene a ser lo mismo que Bien de Interés Cultural-. Este hermoso pueblo verato, se conoce sobre todo por poseer, junto al gentilicio oficial de cucareños, el llamativo de «los perdonados». Deriva este sobrenombre de una curiosa leyenda, protagonizada nada más y nada menos que por el famoso «Jeromín» (quién no recuerda la película de Luis Lucia), más conocido de mayor como Juan de Austria. El cuento nos habla de una pedrada en la noble testa del chaval, a la sazón protegido del hijo de Juana de Castilla, y del perdón de todo un emperador a un pueblo por entender que la agresión no fue otra cosa que una refriega entre niños.

Muchas son la cosas que pueden verse en este pueblo; pero, sin duda, una de las más llamativas es ese teatro de piedra en medio del municipio. Encontrar en este lugar de trazos medievales un espacio dedicado al noble arte de Talía, me lleva a acordarme, vaya usted a saber por qué, de aquel entusiasta y generoso grupo ambulante de teatro universitario que dirigiera, noventa años atrás, Federico García Lorca, y cuyo nombre La Barraca pasaría a la historia española como sinónimo de acercamiento de la cultura a un pueblo por entonces tan necesitado de ella. Y claro, es pensar en La Barraca e imaginarme al sufriente Segismundo, a la valiente Laurencia, al pícaro Chanfalla o al burlador Juan Tenorio deambulando, como en un sueño, por la dura tarima del escenario, de la mano y el cuerpo de aquellos estudiantes de Filosofía y Letras y Arquitectura, mientras los paisanos de la aldea miran y escuchan entre sorprendidos y expectantes los gestos y las palabras de aquel, como diría Casona, «sazonado repertorio», arrebatado a los eruditos, para devolverlo, en palabras del autor de Yerma , a la luz del sol y al aire de los pueblos.

(Fotografía de Pedro Hilario Silva)


12. Europa. En la Residencia de Estudiantes. Madrid. España

«La Residencia de Estudiantes, donde yo vivía, estaba dividida en gran cantidad de grupos y subgrupos. Uno de estos grupos era el de la vanguardia artística y literaria, el grupo inconformista, estridente y revolucionario […]. Este grupo estaba compuesto por Pepín Bello, Luis Buñuel, García Lorca, Pedro Garfias, Eugenio Montes, Rafael Barradas y muchos otros». (Luis Buñuel)

En la fotografía vemos el banco de la Resi, en el que, entre otros, se sentó Juan Ramón Jiménez, quien enseñó a toda una generación de poetas a entender tanto la tradición como la modernidad.

Nacida en los antiguos Altos del Hipódromo (la «Colina los Chopos», según el nombre que dio al lugar Juan Ramón Jiménez), la Residencia de Estudiantes, formada por amplio conjunto de edificios de estilo neomudéjar, se halla hoy en día situada en el barrio de El Viso, en el madrileño distrito de Chamartín,  entre los números 21 y 23 de la Calle del Pinar.

La Junta Directiva de la APE Quevedo se reunió en la emblemática Residencia de Estudiantes de Madrid; en esa estancia enmaderada se puede respirar el ambiente sostenido de libertad y de modernidad en todos los ámbitos; incluso, el espíritu que concita la confluencia de lenguajes artísticos (el piano de Lorca, ay, al que nunca abandonaron ni la música ni el duende en el tacto) y la crisis del individuo en la gran ciudad. Ahí uno puedo estrechar la mano de Rafael Alberti, sentir la tinta en sus venas y compartir impresiones literarias. Esos encuentros que no se olvidan nunca.

En otro lugar de este sitio web se divaga sobre El piano de Lorca en la Residencia de Estudiantes.

La Residencia de Estudiantes fue un proyecto vinculado a la Junta de Ampliación de Estudios (JAE) y al espíritu krausista, que en España desembocó en el surgimiento de la Institución Libre de Enseñanza, un modelo peculiar de enseñanza que se basaba en el pilar de la libertad y del espíritu de la modernidad. En el momento en el que Federico quiso formar parte de esta institución, concebida a modo de complemento formativo para los estudiantes de Educación Superior, el director era Jiménez Fraud, el primero de la Residencia. Resulta significativo recalcar que este complemento formativo superaba en dotación a la enseñanza regulada (especialmente en lo que a material de laboratorio se refiere) y que se convierte en un espacio de interacción entre ámbitos de conocimiento inusual en cualquier institución educativa.

De hecho, constituye un auténtico centro de la cultura española que se convierte en referente europeo ?de emisión y de recepción? durante el primer tercio del siglo XX. No en vano, en la Residencia se tenía la oportunidad de asistir a las conferencias más variadas y especializadas del momento. Así, en el ámbito científico hubo conferencias de Albert Einstein o Marie Curie, en el ámbito económico de J. M. Keynes, o de las humanidades (Paul Valéry o Igor Stravinsky). Además de este auténtico revulsivo cultural que preconiza el conocimiento holístico y no compartimentado, que tanto comparte con la estética vanguardista y la fusión de lenguajes artísticos, la Residencia asigna a los estudiantes una figura de tutor con el fin de que la formación se produzca también en dominios humanos no regulados desde el punto de vista de la educación formal. Esta estructuración educativa asimila a los college británicos; no olvidemos que esta figura de tutor la desempeñaron escritores como Juan Ramón Jiménez o José Moreno Villa, entre otros muchos. Este grado de convivencia con el tutor aportaba un especial enfoque educativo que no ofrecían otras instancias educativas en nuestro país. Por otra parte, esta especial conexión promovió indiscutiblemente una relación entre profesores y estudiantes que facilitó el tejido humano para la llamada Generación del 27. La progresión y el avance culturales que supusieron el desarrollo de la institución, como ocurrió en todas las esferas, experimentó un corte abrupto cuando se desató la Guerra Civil. Es impredecible aventurar qué metas habría alcanzado sin la traumática contienda, pero parece que, en todo caso, nunca volvería a alcanzar la naturaleza y el impulso con que nació. Muy tardíamente, la democracia la recuperó, ya en 1986, dependiente del CSIC.

(Extracto del artículo Lorca al encuentro: la Residencia de Estudiantes y las revistas literarias, publicado en el número 9, mayo 2019, de Letra 15.)

(Fotografía de Enrique Ortiz)


13. Europa. Galdós murió en la capital. Madrid. España

Un amigo mío, con quien me unen vínculos sempiternos, ha dado en la flor de amenizar su ancianidad cultivando el huerto frondoso de sus recuerdos; más en esta labor no le ayuda con la debida continuidad su memoria, que a las veces ilumina con vivísimo esplendor los días pasados y luego se eclipsa y los deja sumergidos en noche tenebrosa. Estas intermitencias del historial retrospectivo de mi amigo le turban y desconciertan. Escrita la primera parte de sus apuntes biográficos, no a muchos días que las puso en mis manos, pidiéndome que llenase yo las lagunas o paréntesis que hacen de su obra una mezcolanza informe, sin la debida trabazón lógica de los hechos que se refieren.

A tales escrúpulos respondí yo:

—«Simplón, no temas dar a la publicidad los recuerdos que salgan luminosos de tu fatigado cerebro y abandona los que se obstinen en quedar agazapados en los senos del olvido, que ello será como si una parte de tu existencia sufriese temporal muerte o catalepsia, tras de la cual resurgirá la vida con nuevas manifestaciones de vigorosa realidad».

(Benito Pérez Galdós. Memorias de un desmemoriado, 1915).

Don Benito, que llegó a Madrid en 1862 con 19 añitos, murió en esta capital el 4 de enero de 1920, ciego y desmemoriado, en una casa de la calle Hilarión Eslava, n.º 7 ?perteneciente a un sobrino, y situada en el espacio en el que hoy se levanta un edificio moderno?; y lo hizo tras legarnos una ingente producción de novelas, obras teatrales y otras muchas de diversa índole que le supusieron un gran reconocimiento social. Pudo asistir a la inauguración de su propio monumento conmemorativo en el Parque del Retiro ?se dice que palpó con sus manos la escultura para confirmar el parecido? y fue acompañado y despedido por varios miles de personas en su último viaje al Cementerio católico de la Almudena, donde fue enterrado en una tumba familiar, muy cerca, a unos pasos, del Cementerio Civil.

(Fotografía de Javier Fernández Delgado)


14. Europa. Baroja en su Paseo. San Sebastián/Donostia. España

«En este caserío nació y pasó los primeros años de su infancia Martín Zalacaín de Urbia, el que, más tarde, había de ser llamado Zalacaín el Aventurero; en este caserío soñó sus primeras aventuras y rompió los primeros pantalones». (Pío Baroja)

No muy lejos las playas de Ondarreta y La Concha, dos de las tres playas de la ciudad de San Sebastián, y muy próximo al Palacio de Miramar (construido en 1893 a petición de la Reina María Cristina de Austria, quien por aquel entonces veraneara es esta hermosa ciudad norteña) y del barrio de El Antiguo se halla el Paseo de Pío Baroja. En su inicio se encuentra, desde 1972, una escultura realizada por Néstor Basterretxea Arzadun, con la que se conmemoró el centenario del nacimiento del autor de La Busca. La obra, que ganó el primer premio de la II Bienal de Escultura de San Sebastián de ese año, pasó por distintos emplazamientos hasta llegar a su ubicación actual. Se trata de una avenida muy poco barojiana, flamante y moderna. La foto está hecha durante el invierno de 2022, casualidades de la vida, el mismo año en que se cumplían 50 años más del nacimiento de don Pío. Un año, por cierto, que se recordará porque el pleno del ayuntamiento de su ciudad natal le negó la Medalla de Oro de la ciudad, al parecer por una razón de peso: no consideraban esta Medalla la mejor opción para resaltar su aporte a la cultura, para eso era mejor leer su obra. No sé qué pensaría don Pío. Evidentemente entre una medalla y que lo lean a uno, supongo que, como cualquier escritor, optaría por lo segundo; pero, claro, seguramente algo diría de quienes plantearon tal original disyuntiva. De las muchas novelas que leí en mi adolescencia recuerdo de manera especial aquella en la que acompañé a Martín Zalacaín en sus innumerables correrías y peripecias. Un viaje lleno de aventuras y acción a través del cual supe, por primera vez, de los paisajes, las gentes y costumbres vascas, y lo hice de una manera que todavía hoy, cuando vuelvo por esta hermosa tierra, me gusta recordar.

(Fotografía de Pedro Hilario Silva)


15. Europa. Valle-Inclán pasea en Recoletos. Madrid. España

Juanito Ventolera —Estoy aquí para recoger el bombín y el bastón del difunto. ¡Me los ha legado! ¿Reconoce usted el terno? ¡Me lo ha legado! ¡Un barbián el patrón! ¡Se antojó disfrazarse con mi rayadillo, para darle una broma a San Pedro! Repare usted el terno que yo visto. Hemos changado y vengo por el bombín y el bastón de borlas. Va usted a dármelos. Se los pido en nombre del llorado cadáver. Levante usted la cabeza. Descúbrase los ojos. Irrádieme usted una mirada. -Ramón del Valle-Inclán. Martes de carnaval: Las galas del difunto (1926)-

Hoy, lunes de Carnaval, he vuelto a pasear por el madrileño Paseo de Recoletos (el nombre le viene, como sabemos, de un antiguo convento de agustinos recoletos levantado en la zona a principios del siglo XVII) y como tantas otras veces me he parado a mirar la estatua «cinética» de don Ramón del Valle-Inclán que se inauguraró un 6 de julio, allá por 1973, frente a la Biblioteca Nacional y de espaldas al Café Gijón. La instantánea, del fotógrafo Alfonso Sánchez García, uno de los principales artífices de la memoria visual española de la primera mitad del siglo XX, en la que se basó el escultor Francisco Toledo para realizar la talla en bronce, mostraba al autor de esa obra cumbre del teatro español que es la trilogía Martes de carnaval en uno de sus habituales paseos, en los que, por aquel entonces (1930), deambulaba rodeado de árboles, bancos y setos, mientras se encaminaba hacia la Plaza de Colón con las manos posadas sobre los glúteos y sujeto el sombrero con su brazo derecho, el único funcional después de que, como se sabe, perdiera el otro brazo tras el bastonazo que le propinara, tras una acalorada discusión (ocurrida el 24 de julio de 1899, en el Café Nuevo de la Montaña, ubicado en la planta baja del Hotel París, sito en el número 2 de la puerta del Sol), el periodista Manuel Bueno Bengoechea.

Amaba don Ramón, uno de nuestros más destacados autores de la Generación del 98, su paseos madrileños, del mismo modo a como disfrutaba recorriendo las más prestigiosas tertulias del Madrid de la época. El Café Gijón, el Café del Gato Negro, o El Suizo, entre otros, fueron lugares por lo que nuestro autor paseó su larga barba y su falta de paciencia.

Se dice que el presidente del Círculo de Bellas Artes, por aquel entonces Joaquín Calvo Sotelo, tras efectuar el descubrimiento de la estatua, dijo: “El Círculo de Bellas Artes se honra devolviendo a Madrid uno de los más ilustres peatones de cuantos han circulado por sus calles en lo que va de siglo”. Ahí lo dejo.

(Fotografía de Teresa Caito Delgado)


16. Europa. La Glorieta de Edmundo en la Alameda. Cádiz. España

«Si canto soy un cantueso / Si leo soy un león / Si emano soy una mano / Si amo soy un amasijo / Si lucho soy un serrucho / Si como soy como soy / Si río soy un río de risa / Si duermo enfermo de dormir / Si fumo me fumo hasta el humo / Si hablo me escucha el diablo / Si miento invento una verdad / Si me hundo me Carlos Edmundo». – Carlos Edmundo de Ory-

Frente a la casa natal del poeta, se encuentra la Glorieta de Carlos Edmundo de Ory, en el centro de la gaditana Alameda Apodaca, denominada así en 1856, en honor del almirante gaditano Juan José Ruiz de Apodaca, y renombrada en 2021 como Alameda Clara Campoamor. Se dice que fue un lugar frecuentado por el escritor en su infancia, y que, por ello, los gaditanos decidieron ubicarla allí, como homenaje y recuerdo. La glorieta acoge un monumento realizado por Luis Quintero que está compuesto por dos partes: una es un pedestal situado en el centro de la glorieta y la otra una escultura cinética de cuerpo íntegro del escritor que se ha colocado en uno de los laterales. Casi podría decirse que ambos mantienen un cierto diálogo. Carlos Edmundo de Ory fue poeta, narrador, ensayista y traductor español y, junto a Eduardo Chicharro Briones, el principal impulsor del movimiento vinculado a las vanguardias literarias que se dio por llamar Postismo, nombre creado a partir de la contracción de post(surreal)ismo, como puede leerse en el segundo manifiesto, de los cuatro que redactaron los postistas entre1945-1950.

Quizás ese paseo ajardinado, que limita al sur con el centro histórico de la ciudad y que conserva su imagen burguesa de Jardín Botánico de estilo romántico del siglo XIX, declarado por la Junta de Andalucía como Bien de Interés Cultural, no se acompase bien con la vocación marginal, anticanónica y contrafactual del movimiento promovido por el autor de los conocidos Fonemoramas; con ese talante estrambótico, festivo y burlón de un movimiento artístico rompedor al que sus principales promotores no dudaron en denominar como » locura inventada» o «culto del disparate». Sin embargo, descubrir, mientras tu mirada se pierde en el Atlántico, la estatua cimbreante del poeta que parece esquivar la incomprensión literaria y la cerrazón ideológica (el Postismo dio a luz dos revistas: Postismo y La Cerbatana, ambas con un único número publicado en 1945 y suspendidas por orden gubernativa en ese mismo año) que siempre acompañaron al movimiento y provocaron su pronto declive y desaparición, resulta un destello de libertad epatante que recupera el espíritu «a contracorriente» de aquella poesía anómala que, como acertó a decir Jimena Cid, se levantó contra la tediosa circunstancia poética de los años cuarenta y estuvo sola frente a casi todo

(Fotografía de Pedro Hilario Silva)