Material educativo en abierto elaborado por Pedro Hilario Silva para la APE Quevedo
Decía Amin Maalouf en El viaje de Baldasarre que «Las palabras que pronunciamos dejan marcas en los corazones, mientras que las que escribimos se entierran y enfrían bajo una cubierta de cuero muerto». Bastarían estas palabras, recogidas por Francisco José Cantero en su artículo sobre la lectura en voz alta, para justificar una sección como Recitario. Nada dice Maalouf, a través de su personaje, del modo en que esas palabras enterradas no están, sin embargo, muertas, sino dormidas. Nada dice tampoco de cómo un texto escrito es, a la postre, un artefacto auditivo, y que el lector (en su lectura silenciosa o en su lectura sonora) debe atender (a veces, supliendo no pocas carencias) al modo en que ese discurso oral ha sido cifrado gráficamente. Al fin y al cabo, una lectura es siempre, como apunta Salinas González, “interpretar con toda la cooperación posible lo que otros han dicho».
Todo lo que leerás a continuación, amigo lector, una vez asumido que la lectura, del tipo que sea, consiste en dar vida, despertar, esa palabra escrita, no es otra cosa que un modo de acercarnos a cómo se produce esa acción. Cómo ese reproducir, recrear, revivir lo escrito implica una serie de habilidades y requerimientos, y cómo ese artefacto, engañosamente visual, que, como diría el profesor Cantero, es cada página escrita, requiere decir y escuchar para acceder a lo que alguien quiere decirnos
UNA CITA:
“Toda escritura es una especie de guion. Para poder disfrutar de un cuento o un poema, uno tiene que saber imprimirle al texto impreso el movimiento de una acción, el sonido de personajes que piensan y hablan. Al mismo tiempo debemos darle a cada escena, a cada secuencia, el ritmo adecuado –rápido, lento hasta una pausa silenciosa- que transformará la información impresa en una obra llena de vida.” (Aidan Chambers)
MANERAS DE DECIR
LA PROSA
Un beso es ese instante sublime en el que tu respiración y la mía se hacen una sola…Un beso puede ser una amenaza
Un beso es ese instante congelado en el tiempo que por un segundo me hace olvidar quien soy…
Un beso de tu boca significa todo lo que me amas y todo lo que yo te amo[…]
-Catus Angels Jorda-
EL VERSO Poema del beso Con candoroso embeleso y rebozando alegría, me pides morena mía que te diga… ¿Qué es un beso? Un beso es el eco suave de un canto, que más que canto es un himno sacrosanto que imitar no puede el ave. Un beso es el dulce idioma con que hablan dos corazones, que mezclan sus impresiones como las flores su aroma. Un beso es…no seas loca… ¿Por qué me preguntas eso? ¡Junta tu boca a mi boca y sabrás lo que es un beso! -Federico Barreto- |
LECTURA O CONVERSACIÓN
En los recitados que configuran nuestro Recitario, el conferenciante que comparte su conferencia escrita previamente, el locutor que nos dice las noticias del telediario… todos son actos de habla en los que un texto escrito es leído en voz alta. En todos ellos no hay negociación de significados. Es decir, no hay diálogo.
Por el contrario, en la transcripción de esta conversación la negociación es continua y el sentido de los que dice uno de los interlocutores tiene sentido tiene sentido en tanto en cuanto guarda relación con lo que dice el otro. Observa: Ana le cuenta a Berta que conoció a un chico en un concierto. Berta le pregunta cómo se llama. Ana le responde que se llama Juan y que tiene 22 años. Ana le dice que de dónde es. Berta le contesta que de Gerona. Berta le dice que si tiene pensado volver a verlo. Berta le dice que no, que con esa noche tiene bastante.
Como vemos el uso de la oralidad unas veces requiere de la presencia e interacción de otros (por ejemplo, entre las dos amigas o entre el padre y el hijo), nos hallamos entonces ante una conversación; mientras que otras veces (la lectura de los textos sobre el beso, los textos recitados del Recitario, la acción de un locutor del telediario…) no se requiere ni la presencia directa ni la interacción del escuchante.
Textos en voz alta que hablan del beso
El mundo de Leo. Conversación
LEER POESÍA EN VOZ ALTA. ALGUNAS CLAVES
- Antes de leer un poema, hemos de fijar dónde deben ir las pausas, pues su colocación puede afectar el sentido y la comprensión del poema.
- La pausa versal, la que realizamos al final de cada verso, es variable y no no siempre hay una pausa al final de cada verso. Hemos de fijarnos en si hay o no encabalgamientos.
- Hemos de leer los poemas de manera expresiva, pero con la pasión que su contenido requiere. No exageremos, ni nos dejemos llevar por una actitud histriónica, esto es, exagerada, en exceso dramática. Vamos, no sobreactuemos. Ello solo llama la atención sobre los que hacemos y no sobre lo que leemos
- Hemos de leer los poemas con voz natural, sin sonsonetes, sin voz “de discurso” ni ademanes teatrales.
- Un poema debe leerse más lentamente que un texto en prosa. No olvidemos que, en el lenguaje de la poesía, cada palabra está cargada de muchos significados, y parte de su riqueza surge de las asociaciones y sugerencias.
- No es necesario memorizar los poemas, aunque si preparar la lectura en voz previamente.
- Disfrutemos de las palabras e imágenes del poema leído, para que los oyentes hagan lo mismo del poema escuchado.
LEER ES UN GRAN PLACER… ¿O NO?
¡Extra, Extra… Leer en voz alta puede generar endorfinas! ¡Qué magnífico titular para animar a leer en voz alta! Sin embargo, aunque sea una lástima, ninguna universidad, que yo sepa, ha corroborado tal cosa. Aunque, todo hay que decirlo, tampoco la contraria. Sin embargo, en lo que lo que sí parece estar todo el mundo de acuerdo es que, para leer bien, un lector ha de tener en cuenta ciertos componente que harán que su lectura sea algo más que la reproducción monocorde, aburrida, inexpresiva, de un grupo de palabras; es decir, sea algo más que la actuación de un frío lector de pantalla integrado en una aplicación informática. 1) Aplicar el volumen adecuado; 2) articular con la dicción pertinente; 3) modular con la entonación correcta; 4), pronunciar con la fluidez requerida y 5) respetar la puntuación hacen que, aunque no generemos hormonas de la felicidad, el que nos escucha disfrute al hacerlo, y, sobre todo, acceda de manera más cabal a la comprensión del texto leído.
DECIR LO ESCRITO
«Integer valor es una expresión musical medieval que se anotaba en las partituras e indicaba que los músicos debían respetar la duración de las notas tal como estaban escritas», explica el compositor Wim Mertens . «Eso significaba que los músicos debían ajustarse al ritmo impuesto, sin expresar sus emociones ni hacer una interpretación lírica. El compositor tenía una idea naif de lo que la partitura representa. La música no es la partitura. Lo que hacen los músicos, o incluso el compositor cuando toca, es apartarse de lo que está escrito». Al igual que los músicos al aprender a descifrar las partituras tienen el sonido por objetivo, nadie que aprende a leer lo hace para sí, todos aprendemos a leer en voz alta, porque todo escuchamos, y por lo tanto decimos, lo que un escrito tiene que comunicarnos. Cuando aprendemos a leer, aprendemos a decir y a escuchar, y ello nos lleva a comprender lo leído. Este hecho hace que toda lectura suponga un acto de mediación interpretativo entre ese texto inerte y el discurso vivo que resulta del acto lector. Leer es decir, y, al mismo tiempo, modular expresivamente el sentido del texto.
PRACTICA: Seguro que eres capaz de decir el enunciado: «ha salido el sol», expresando cosas muy distintas: pregunta, afirmación, enfado… , como sucede en el audio siguiente.
COMPRENDER , INTERPRETAR…TAL VEZ SOÑAR
El significado y sentido del mensaje no son lo mismo, lo segundo requiere el esfuerzo de interpretar en función del interlocutor, de la situación; pero también de lo escuchado. Por ejemplo, prueba a decir el siguiente enunciado poniendo el énfasis en las palabras marcadas en negrita. Entonces, ¿a usted no le gustó mucho esta película? // Entonces, ¿a usted no le gustó mucho esta película? // Entonces, ¿a usted no le gustó mucho esta película? // Entonces, ¿a usted no le gustó mucho esta película? //Entonces, ¿a usted no le gustó mucho esta película? ¿Al cambiar el énfasis estás transmitiendo lo mismo? Evidentemente, aunque el contenido sea el mismo, lo que percibe el que te escuche será distinto en cada caso, de modo que la comunicación se verá afectada. No podemos soslayar que la lectura en voz alta como comunicación incluye la transmisión de información, sentimientos, emociones, actitudes, deseos… entre dos o más interlocutores, entre los que se establece una interacción interdependiente de secuencias de comportamiento verbal y no verbal, orientada por intenciones y sentimientos. No olvides esto cuando leas.
¿LEER ES ENTENDER?
La lectura expresiva en voz alta, esa lectura que estimula la recreación de sentimientos y sensaciones, actúa siempre como vehículo de ideas y es inseparable de la compresión lectora. Es decir, que la automatización de una buena entonación, una correcta pronunciación y una adecuada velocidad lectora son imprescindibles, no solo para lograr satisfacer los requerimientos de una lectura que pretenda ser emotiva, inquietante, emocionante, sino que además incide directamente en la comprensión de lo que se está leyendo. Eso sí, al mismo tiempo, entender lo que se está leyendo resulta imprescindible para lograr dotar de verdadera expresividad al texto que se lee. De hecho, muchas de las deficiencias detectadas en la lectura en voz alta ponen de manifiesto que el alumno no entiende lo que está leyendo, y es esa falta de entendimiento la causa de que tampoco pueda ser entendido por quienes le escuchan. Entonemos, articulemos, sin duda, pero, antes de todo ello, o mejor dicho, para que esas actividad tengan un verdadera eficacia comunicativa, comprendamos lo que leemos.
«CUANDO DESPERTÓ – EL DINOSAURIO – ESTABA ALLÍ»
Cuando alguien lee un texto, aunque sea en silencio , va segmentando, casi de forma automática, el texto en grupos fónicos, pero además, casi con toda seguridad también, acabarás asignado a cada uno de ellos una determinada entonación. El hecho es importante, pues dependiendo de esta entonación, el sentido del texto puede variar, a veces de manera sutil, otras veces de forma más explícita.
PRÁCTICA: Lee en silencio el texto de Augusto Monterroso: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Ahora marca en el texto los grupos fónicos en que crees que lo has segmentado al leerlo. Fíjate ahora en la siguiente segmentación que alguien hace del relato del escritor hondureño: Cuando despertó // el dinosaurio // todavía estaba allí y que ha dado como resultado la lectura que encontrarás al final de este texto. ¿Es esa la segmentación que habías hecho tú al leerlo? ¿Crees que es la misma segmentación que hace la persona que lee el cuento en el siguiente audio?¿Crees, por último, que en tu lectura cada segmento hace referencia a un elemento importante del contenido del relato? No lo olvides que al dividir un texto en grupos fónicos, lo estamos dividiendo también en grupos de significado.
UN GLOBO, DOS GLOBOS, TRES GLOBOS…
Todo lector en voz alta media entre el texto y el oyente, por eso escuchar un texto supone siempre que alguien previamente haya sido capaz de segmentarlo en unidades fónicas y de significado, para lo cual ha tenido que entender lo que el texto dice., De ahí que, al leer en voz alta un texto estamos también, necesariamente, interpretándolo; o, dicho de otro modo, si queremos leer un texto en voz alta correctamente es necesario, primero, haberlo comprendido, e interpretado; y segundo, haber segmentado, basándonos en esa comprensión, su contenido en unidades fónicas y nocionales.
BOTELLA AL MAR
El mar es un azar./
Vicente Huidobro
Pongo estos seis versos en mi botella al mar/
con el secreto designio de que algún día
llegue a una playa casi desierta/
y un niño la encuentre// y la destape/
y en lugar de versos extraiga piedritas/
y socorros// y alertas / y caracoles.
Mario Benedetti
¿QUÉ ES LEER CORRECTAMENTE DE UN TEXTO?
La lectura en voz alta de un texto literario ha de ser una lectura expresiva. Este tipo de lectura posee una doble dimensión estética y funcional, de tal manera que, por un lado, nos acerca al componente lúdico y estético del lenguaje literario; y por otro, no ayuda a desarrollar la competencia discursiva, ya que contribuye a que mejoremos nuestras capacidades de expresión oral, de integración de los diferentes códigos que intervienen en la transmisión de mensajes, de escucha, de comprensión lectora,..
Trabajar la lectura es voz alta supone dominar una serie de destrezas que tienen que ver con la entonación, el ritmo, la vocalización, el tono de voz o volumen, la velocidad, la dicción, pero también implica ser capaces de comprender correctamente lo leído
Oye el siguiente audio. Te darás cuenta de lo importante que es atender a todo lo dicho. Aunque se trata de un ejemplo de texto sin sentido; es decir, se trata de un verdadero galimatías, construido a partir de palabras inventadas, al final de la audición, entre otras cosas, gracias a la manera en que el lector ejecuta su lectura, seguro que podrás hacer el resumen de su contenido.
¡NO ME GRITES, QUE NO ESTOY SORDO!
El volumen. Decía Ana Pelegrín, en su estupendo libro: La aventura de oír, que hay voces que golpean, marañas de gritos, voces tajantes, explosivas y sonidos fustigadores. Hay voces ensordecedoras y trepidantes. El miedo se desata en un grito lacerante, o se pierde la voz, un hilo apenas visible-audible. Esto es la intensidad o volumen, la noción de lo fuerte-lo débil, y también la noción de la voz en crescendo y disminuyendo. Esta claro, si nos atenemos a lo que acabamos de leer, que la intensidad en el decir puede marcar la diferencia. ¿Gritar o no gritar? O mejor dicho, ¿cuándo gritar y cuándo no hacerlo, esa es la cuestión? Y no solo eso, pues, incluso en el grito hay matices. no es lo mismo bramar, que vociferar, desgañitarse, chillar o vocear. De un modo parecido, hablar en voz baja no es lo mismo que susurrar, murmurar o musitar… Cada modo de decir responde a una intención; esto es, es consecuencia de algo y busca algo a la vez. Elevar el tono de voz al leer un texto es algo más que lograr que la audiencia nos oiga (aunque, a veces, también, sea eso necesario, para que vamos a engañarnos). Elevar el tono, la intensidad, regular el volumen ajustándolo, ha de tener siempre una función. Si lees el siguiente enunciado:, ¡Cállate!¡Me tienes hasta la narices! ¡no vuelvas a repetírmelo otra vez! Estoy seguro de que utilizarás un volumen consecuente y aplicarás las inflexiones tonales que son adecuadas, en consonancia con el mensaje; es decir, dotarás al enunciado de la carga emocional que esas palabras expresan y que será muy diferente del tono con el que pronunciarás este otro enunciado: Miro ese espacio azul y me diluyo en sutiles promesas de paz y armonía, en leves cadencias y amable sensaciones. Si utilizas el mismo tono, al leer ambos textos, por favor, háztelo mirar.
¡AH, LA PROSODIA!
Es evidente que si decimos: “vamos a comer niños”, no es lo mismo que si decimos: ”vamos a comer, niños”. Una, coma, amigo lector, ¡solo una coma!, convierte un simple enunciado en un terrible mandato. Ya nos lo decía don Jacinto Benavente en su inolvidable obra Los intereses creados: Doctor: Mi previsión se anticipa a todo. Bastará con puntuar debidamente algún concepto…Ved aquí donde dice: –“Y resultando que no declaró…”, basta una coma y dice: –“Y resultando que no, declaró…”. Y aquí: – “Y resultando que no, debe condenársele…”, fuera la coma, y dice: – “Y resultando que no debe condenársele…”. Crispín. ¡Oh admirable coma! ¡Maravillosa coma! ¡Genio de la Justicia! ¡Oráculo de la Ley! ¡Monstruo de la Jurisprudencia!
¡Ah, la prosodia, qué importancia tiene al leer un texto! Estate atento, pues, amigo lector, a los elementos de la prosodia: las variaciones de tono, intensidad y duración del habla sobre las que se dibujan las curvas melódicas; atiende a las marcas de acento y no olvides los patrones de ritmo, ya que todos ellos proporcionan sentido al discurso. No vayas a decir lo que no quieres decir, pensando que has dicho otra cosa.
Los ejemplos que te ofrecemos a continuación nos muestras muestran, como dice Carolina Figueras, en su Pragmática de la puntuación: «La puntuación define el significado global del texto, que dos puntuaciones distintas dan lugar a dos textos distintos, y que la puntuación dirige la interpretación: cualquier lector es capaz de percibir la diferencia de significado entre los dos poemas, y ello gracias a su conocimiento de lo que significan los signos de puntuación. (2001: 48).
PRÁCTICA: En el pdf adjunto encontrarás dos textos que te mostraran claramente la importancia que en la comunicación posee pronunciar adecuadamente los signos de puntación. De hecho, leer ambos textos únicamente variando algunos signos de puntuación cambiarán radicalmente su significado como puedes comprobar al oírlos en los audios siguientes. Léelos marcado los diferentes significados poribles.
«Tres bellas que bellas son», de Roberto Vilches Acuña, Curiosidades literarias y malabarismos de la lengua (1955)
Palabra por palabra», de María Novell, reproducido en La cocina de la escritura, de Daniel Cassany (1995: 174)
Y SI ESTUVIERAS MÁS GUAPO CUANDO ESTÁS CALLADO (¡AY, LA PAUSA! II)
Dicen los que saben que, simplificando, podría decirse que en la pausa se combinan fundamentalmente dos factores: el silencio y el tonema (dirección de la voz hacía arriba o hacia abajo). En una emisión o lectura lenta se comprueba fácilmente que hay un silencio, una interrupción que se podría cronometrar en centésimas de segundo. Sin embargo, en una lectura veloz (quizás hasta en la normal), no se hace pausa, sino que lo que interviene simplemente es el tonema, aunque tengamos la sensación de que ha habido pausa. O sea, que el tonema es suficiente para dar la impresión de pausa, aunque no hayamos hecho interrupción alguna. ¿A qué no tenías ni idea? Pues, ya veis, que no lo digo yo, sino los que saben. Pues sí, lo cierto es que al hablar una pausa tiene mucho poderío. ¿Y qué pasa cuando leemos? Pues, algo similar. Al leer la pausa se convierte en un elemento fundamental de la organización rítmica. Cuando leemos, el uso de la pausa se llena de matices: separa el título del cuerpo del texto, marca el final de un verso o el de un enunciado, subraya el final de la entonación. da valor a las situaciones; entrada a los diversos personajes; pero además. bien utilizada, aumenta la expectación o el dramatismo de lo que decimos… ¿Se puede pedir más?
Pausas hay de muchos tipos, pero por citar algunas: hay pausas que tiene que ver con la propia lengua, son las pausas ortográficas, que se hacen para que el enunciado se entiende (son las requeridas por la puntuación. Por ejemplo, la pausa del vocativo: Juan //, ven aquí), Está también la pausa fisiológica, necesaria para tomar aire (hay que respirar, ¿no?); la pausa enfática, que es una pausa expresivísima, utilizada para generar tensión, o emociones, varias, en el que escucha; la pausa que hacemos para que el oyente reflexione un instante sobre lo que está oyendo; A veces, incluso, hay que parar, no por gusto, sino porque así lo exigen, el guion y las circunstancias (se acopla el micrófono, se cae un vaso… que sí, que pasa ), o incluso, a veces, nos paramos a ver si el que escucha se ánima y responde a una pregunta, no necesariamente de forma audible, con que la piense nos vale.
¡MENUNDA INTERPRETACIÓN…DIGO, ENTONACIÓN!
La entonación. Ya lo dice Francisco Javier Cantero: «en el discurso oral la entonación viene dada por el hablante, y el oyente únicamente ha de estar atento a las inflexiones para localizar los grupos; en el texto escrito, en cambio, el lector ha de suponer, imaginar, recrear, reponer la entonación del discurso, como paso previo para poder entender incluso el mensaje más trivial». Claro que los lectores encontraremos pistas en el texto escrito de como hemos de entonar, pues, como ya hemos dicho, no pretende ser un artefacto visual, sino auditivo. Seguro que sabes como se oyen: ¡Has comprado el libro! ¿Has comprado el libro? Has comprado el libro..
Ahora bien, toda la entonación paralingüística, expresiva, emocional, solo está insinuada y hemos de ser los lectores los que hemos de concretarla. Está claro, el caso es darnos trabajo. Bueno, también es verdad que aunque los signos de admiración nos digan qué hemos de pronunciar, y hasta si hemos de hacerlo con cierto énfasis: ¡de cuántas maneras distintas podemos enfatizar lo leído! De nuevo dice Cantero, que de esto, está claro, sabe mucho,: «El texto es como un partitura Una partitura tampoco es música, sino que necesita de un intérprete que la haga sonar». De nuevo nos toca trabajar. Todo sea por el el resultado, que seguro que merece la pena. Antes de leer, segmenta el discurso, y piensa en la entonación adecuada para cada unidad, considera la inflexión adecuada a cada acento, y, cómo no, intenta dar la cadencia que creas que conviene a los diferentes enunciados.
Ah, y no no olvides que una de las llave de la comprensión de un texto está en la entonación. En el audio encontrarás todo un ejemplo de ello, y de cómo un texto puede decir cosas muy diferente, si al leerlo, entonamos de formas distintas. Bueno y también comprobarás, de paso, lo tontos que nos vuelve, a veces, el amor, entonemos o no entonemos bien.
NO CORRAS QUE ES PEOR… ¿O NO LO ES?
La velocidad lectora.
¿CÓMO ME LA MARAVILLARÍA YO?
La articulación.
Cuando cuentes cuentos//cuenta cuantos cuentos cuentas,//
porque si no cuentas cuantos cuentos cuentas//nunca sabrás cuantos cuentos cuentas tú.
CONTINUARÁ
BIBLIOGRAFÍA
- CANTERO; F.J. (2002): La Seducción de la Lectura en Edades Tempranas. Madrid: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte – Colección Aulas de Verano.
- CASSANY, D.; LUNA, M. & SANZ, G. (1995): Enseñar lengua. Barcelona: Graó.
- CLAVEL, A. (2004): «El medidor fónico (I y II).CVC Cervantes.