Por Javier Fernández Delgado.
Ojalá fuera más habitual encontrar en los medios de comunicación noticias sobre experiencias didácticas especialmente memorables, capaces de lograr un efecto contagioso y de paso levantar un ‘attimo’ la maltrecha autoestima de tantas comunidades educativas.
El caso es que el otro día, Rodrigo J. García compartió con sus lectores de la sección Escuelas en Red de El País el artículo Las Misiones Pedagógicas vuelven a Seseña: el orgullo de ser educador, una experiencia que tuvo lugar durante el curso 2021-2022, en que se conmemoraban los 90 años de la llegada al pueblo de las Misiones en mayo de 1932, con la Segunda República en marcha y a toda vela.
1932 fue también el año en que nació mi padre o, dicho de otro modo, mis abuelos orensanos se convirtieron en padres, y es gracias a constatar esa coincidencia cronológica que puedo decir que, de algún modo, todo aquello forma parte también de mi historia, del mismo modo a como forma parte de la de los seseñeros toledanos de hace varias generaciones. Mi abuelo era maestro y a su aldea, Santa Cruz de la Rabeda, no llegaron las Misiones, pero sí una biblioteca escolar en 1933. Quiero pensar que el ejemplar de la obra El Cielo. Nociones de Astronomía popular dispuestas para lectura en las escuelas, que me regaló siendo yo un chavalín y que aún conservo como un tesoro, pertenece a aquella.
Sin duda, es importante, y mucho, recordar nuestro pasado, pero, ¿cómo hacemos para que ese recuerdo sea vuelva significativo y nos sintamos realmente implicados con el tiempo que se fue? El Instituto Público de Educación Secundaria Margarita Salas y su pariente el Colegio Público de Educación Infantil y Primaria Juan Carlos I, junto a varias instituciones de Seseña (Toledo) encontraron la manera. Basta leer el artículo de Rodrigo J. García para paladear despacio el logro conseguido, ese magnífico trabajo de búsqueda y organización puesto en marcha para recrear no solo una iniciativa de educación popular, si se quiere algo ingenua; sino también lo que tal hecho significó como ejemplo de fe en la fuerza regeneradora que la educación y la cultura pueden tener para una sociedad; porque es ahí, en el impulso transformador que subyace en esa idea, donde radica su permanencia y desde donde surge, no solo la necesidad de rememorarla, sino de hacerla eje de un proyecto de investigación histórica que nos la acerque en toda su dimensión y transcendencia, una necesidad que nuestro articulista resume así:
«Se trata de transponer este episodio de nuestra historia a las aulas de 2021 y compartir con estudiantes de educación secundaria y primaria los sentimientos de colaboración y entusiasmo del acceso a la cultura y al conocimiento, que pasa a ser considerado, por primera vez, un derecho básico y común».
Teatro y el Coro del Pueblo, bibliotecas escolares, títeres y fantoches, recreación del museo de las Misiones Pedagógicas…, un ir y venir del pasado al presente, creando unas experiencias de aprendizaje que asientan en participantes y espectadores un sentimiento de hermanamiento con su historia, que salta transversalmente entre materias: Lengua, Literatura, Historia, Arte, Plástica, Música… Esta experiencia muestra que las Misiones Pedagógicas pueden viajar en el tiempo y alcanzar nuestro presente, y llegar hasta este 2024.
En el último número publicado de nuestra revista Letra 15 imaginé ─ fantaseé─ con que un Instituto público de la capital celebraba una Semana Cultural de la Edad de Plata en la que los alumnos viajaban figuradamente al pasado y adoptaban las personalidades de mujeres y hombre plateados ─muchos de ellos muy jóvenes, ¡veinteañeros!─ y recitaban con sus voces adolescentes y juveniles los textos de aquellos tiempos, en lugares emblemáticos de entonces que hoy día siguen con nosotros: la Residencia de Estudiantes y la de Señoritas, el Ateneo Científico, Literario y Artístico o el Teatro Español; lugares en donde harían coincidir a Galdós, María Lejárraga, Lorca y la Xirgu o, mejor dicho, a sus avatares actuales imaginados.
¡Que no es tan fácil, que si la sobrecarga de trabajo, que si los horarios, que si los sueldos, que si están con los móviles y no se concentran, que si los profesores viven en otro mundo, que si los padres no colaboran, que si las administraciones se empeñan…! Todo este malestar se diagnostica en la reciente obra ¿Qué está pasando en la escuela pública?: Una visión compartida con análisis y propuestas de profesores de educación secundaria de la Comunidad de Madrid, del profesor Isidro Miguel García. ¿Es, pues, con tantos obstáculos, un imposible? Pues ahí está Seseña para mostrarnos una respuesta con la que irnos, sí, al rincón de pensar.
Y como compañía en nuestra estancia en el rincón, nada mejor que ir a las fuentes; y qué mejor fuente en este caso que don Manuel B. Cossío, el gran pedagogo inspirador del proyecto, y su texto «Lo que son las Misiones Pedagógicas», que se leía entonces al inicio de cada una de las Misiones y que hoy tenemos la posibilidad de escuchar en Recitario 397:
Decía Cossío también que lo importante no es saber, sino saber hacer. Pues eso, al rincón de pensar.