La Asociación estuvo presente ayer, como copromotora, en la presentación del libro ‘¿Qué está pasando en la escuela pública?: Una visión compartida con análisis y propuestas de profesores de educación secundaria de la Comunidad de Madrid‘, que su autor, Isidro Miguel García, doctor en Historia y profesor de la Universidad Complutense de Madrid y de educación secundaria jubilado, expuso brillantemente ante una audiencia diversa de docentes y familias en el salón de actos del IES La Dehesilla en Cercedilla, en el marco de un esfuerzo sincero de generar espacios críticos y reflexivos sobre la figura del profesorado en la educación pública.
El autor de la obra, apoyado en una apabullante documentación que pone cifras al malestar en la enseñanza pública, ya que desglosa la evolución de muchos parámetros, desde el porcentaje de alumnos en la pública, concertada o privada al gasto público y salarios, las horas de clase, el número de grupos, las ratio, movilidad e interinidad…
y demuestra que la crisis se ha aprovechado para cambiar la dirección de la importancia de lo público en el sistema educativo y que uno de sus principales efectos ha sido ─es─ complicar el problema de la desigualdad.
Un interés especial tienen las conclusiones a que han llegado los grupos de discusión de profesores y a las que se dedica la segunda parte de la obra y de la que se adelantaron algunas de las más importantes.
Como vemos, la APE Quevedo, poniendo el dedo en la llaga, pretende servir de portavoz, una vez más, a un profesorado que necesita hacerse oír para desmontar falacias, mostrar realidades y exigir cambios con el fin de lograr esa mejora en el conjunto de nuestra educación que a todos debería interesarnos. En este sentido, nos parece de interés reproducir la presentación que el vicepresidente de la APE Quevedo y director del IES La Dehesilla, Enrique Ortiz Aguirre, anfitrión del acto, realizó al comienzo del acto tras presentar al autor :
«Muy buenas tardes a todos:
En primer lugar, queridos compañeros, agradecer vuestra presencia hoy aquí, así como la oportunidad que nos brinda este libro de Isidro Miguel para abordar desde un espacio crítico, reflexivo, profundo el estado de la cuestión del docente hoy en la educación pública y del papel mismo que desempeña en las sociedades actuales la educación.
Al mismo tiempo, quiero agradecer a la Asociación de Profesores de Español Francisco de Quevedo su compromiso con el docente y su contribución permanente no solo para ofrecerle posibilidades en su desempeño sino momentos para reflexionar en torno a su esencia misma.
Es evidente que la educación no importa sólo a sus docentes, sino que constituye un pilar fundamental de las sociedades democráticas y que se convierte, inevitablemente, en un reflejo veraz de sus propósitos y de la cultura humana que las teje. En este sentido, parece obvio que la situación de los docentes en la educación pública y de la educación, en general, merezca que la permanente urgencia nos deje atender lo importante. El libro de Isidro recoge los testimonios de profesores y los contrasta con los datos y, así, nos ofrece una panorámica de la situación desde la propia aula, con los pies en el suelo. Juan Ramón Jiménez esgrimió la idea necesaria de las raíces para volar y, en mi opinión, este libro tiene la virtud de abrir en canal una realidad proteica, que muestra un análisis merecedor de espacio, de tiempo y de posibles propuestas. Por tanto, no se trata del ejercicio saludable de la queja colectiva, sino de convertir una situación adecuadamente analizada en un espacio diferente. Indiscutiblemente, los factores que intervienen en el dibujo actual del rol del docente y de la educación pública son múltiples y conviene conocerlos y organizarlos.
En un marco general, la educación tiene por delante un reto paradójico: tratar de ahondar la naturaleza democrática de las sociedades actuales y potenciar el humanismo de sus integrantes, mientras que en el escenario general se valoran cada vez más el utilitarismo y el materialismo de las acciones. Ya lo recordaba Ordine: uno de los cometidos de la educación ha de pasar necesariamente por enfatizar la inutilidad de lo útil y la utilidad de lo considerado como inútil en las sociedades actuales. Los centros educativos no pueden convertirse en agencias de colocación; ni pueden renunciar, en pos de generar consumidores y ciudadanos individualistas perseguidores de un supuesto éxito personal a costa del olvido del otro, a una formación que nos reconcilie con lo más profundamente humano. Así, una educación que no entregue, junto a los contenidos y competencias, una visión crítica para discutirlas no podrá ser un fortalecedor de libertades como acciones y compromisos.
En fin, Sócrates dejó dicho ─y no es cita de Google─ que una vida no examinada no merece la pena ser vivida; probablemente una educación y un papel docente no examinados tampoco merezcan la pena ser desempeñados.
Demos, pues, sentido y realidad a la geografía más humana y democrática de nuestras sociedades: aquella de la que nadie puede escapar, por la que todo el mundo pasa: la educación.
Gracias a todos, y un ánimo militante.»
Texto del discurso leído por el autor. También en Recitario 179.