Al rincón de pensar 3. La importancia de la educación en el adulto

Por Olga Pérez Herrero.

La educación de adultos es un tema que rara vez se considera seriamente. De hecho, no suele ocupar un lugar destacado en los debates educativos, no encabeza los informativos ni genera acalorados debates entre los políticos de turno, pero afecta a muchas personas.

««« Alumnos del taller de escritura creativa de adultos en la Biblioteca Municipal de Alpedrete durante el curso 2022-2023, en el artículo Acerca de la Exposición de microrrelatos: «Entrenando la mirada: Imagen y escritura» en Letra 15, n.º 13 (2023).

El problema, como suele ocurrir en estos casos, radica en la falta de una reflexión profunda por parte de las autoridades, y del propio profesorado, sobre qué supone realmente este tipo de educación , qué se pretende lograr con ella, con qué recursos se cuenta y cuáles serían necesarios, sin olvidar preguntarnos sobre si la manera en que se está implementando es verdaderamente la que este tipo de educación requiere. La improvisación, como en otros muchos casos, puede resultar más fácil, pero nunca más provechosa ni eficaz. Está bien que un docente experimente en alguna ocasión, sin tener un conocimiento profundo, con diferentes métodos para poder contrastar resultados, pero ¿se puede decir lo mismo de todo un sistema educativo?

En una sociedad donde la educación parece estar en constante crisis, reflexionar sobre el papel de la educación del adulto es clave en un contexto global como el actual tan marcado por el avance de lo digital. Es evidente que las tecnologías de información y la comunicación no solo están incidiendo en la manera en que se lleva a cabo tanto el aprendizaje reglado como el autónomo, sino que también están condicionando, de modo más general, el modo en que este se relaciona con los movimientos humanos y las condiciones sociales: migraciones, envejecimiento de la población en países desarrollados, aumento del abandono y fracaso escolar, etc. La formación del adulto es, por tanto, un fenómeno indivisible del debate acerca de las nuevas condiciones en las que se mueven la educación y la sociedad, y así lo reconoce la Unesco cuando habla de la importancia del aprendizaje permanente o a lo largo de la vida.

La Unesco aboga por una educación para todos basada en la igualdad de derecho a la educación, lo que abarca todas las realidades educativas individuales de la sociedad y no solo aquellas que entienden la educación de adultos como una segunda oportunidad derivada de la educación formal o al reciclaje profesional y laboral que, supuestamente, ayuda al adulto a mejorar su calidad de vida al capacitarlo para la inserción laboral.

En España, tradicionalmente, la Educación de Personas Adultas (EPA) ha sido percibida como discriminatoria, de modo que no es extraño que en lugar de fomentar la integración, la estructura y organización de los Centros de Educación de Personas Adultas (CEPA) se tienda a segregarlos, con la consiguiente estigmatización que ello supone. Estos centros han funcionado hasta ahora básicamente como centros de segundas oportunidades para quienes, por distintos motivos no terminaron la educación oficial básica y necesitan una titulación para acceder a un puesto de trabajo, como escuelas de alfabetización, especialmente para inmigrantes, cuando no como centros sociales para personas mayores. Es decir, un batiburrillo de perfiles muy distintos que acuden a instalaciones deficientes donde los docentes suplen la falta de medios con buena voluntad.

A este modelo le hace falta una auténtica reforma para que deje de ser un cajón de sastre caótico e improvisado: es necesario replantearse su estructura y funcionamiento y para eso hacen faltan medios y financiación. Es fundamental adecuar los espacios de aprendizaje y valorar como se merecen a los docentes especializados en la educación de adultos.

En definitiva, reivindicar que la educación de adultos deje de ser un «parche» y pase a convertirse en una parte integral de la educación continua para todos. Insistir en la idea de un proceso educativo continuo es cambiar realmente el paradigma. Pero, obviamente, no basta con tener buenas intenciones: es necesario concretarlas en acciones y llevarlas a cabo, planificarlas y adaptarlas entendiendo que la formación no es un mero pasatiempo o una forma de mantener ocupados a ciertos colectivos para que no causen problemas. La formación del adulto debe agregar valor e interconectar conocimientos.

No tiene sentido gastar millones de euros de los fondos europeos en cursos estandarizados de digitalización para personas mayores si antes no han aprendido a escribir y leer correcta y críticamente. Se necesita un compromiso político que vaya más allá de los discursos y se firmen contratos con administraciones que proporcionen recursos y financiación, así como una voluntad docente comprometida con el cambio.

Este debate debería salir del rincón de indiferencia al que ha sido relegado y tomarse en serio. La formación de adultos integral, de calidad y comprometida con los retos sociales tiene un efecto dominó en las generaciones futuras, en los hijos y nietos de esos adultos, porque la educación no recae solo en el profesorado, sino en toda la sociedad, de la que los adultos son una parte fundamental.  

Por eso, la educación de adultos ¡Al rincón de pensar!

Algunos enlaces para saber más acerca de la educación del adulto:


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