Al Rincón de Pensar 4. A vueltas con la ortografía

Por Azucena Pérez Tolón. Se acerca uno de los momentos más temidos del alumnado de segundo de bachillerato: la prueba de Ebau. Aunque este año dicho examen no es diferente al de años anteriores, hemos conocido ya el borrador del Real Decreto por el que se regulan los requisitos de acceso a las enseñanzas universitarias oficiales de Grado, que se convertirá en la primera Ebau de la LOMLOE y que se pondrá en marcha en 2025.  En ese borrador se perfilan algunas novedades, pero no voy a hablar de todas ellas, sino que me voy a detener en un tema polémico, no resuelto, que, con la nueva Ebau,  ha vuelto a la actualidad:  se trata del peso o valor que en un examen de este tipo se debe dar a la corrección ortográfica gramatical y léxica.

La nueva Ebau explicita que la coherencia, la cohesión y la corrección gramatical léxica y ortográfica supondrán un 10% de la nota final de cualquier examen que implique un desarrollo textual y no solo en el ejercicio de Lengua Castellana y Literatura. Dicho de otro modo, las faltas de ortografía, las incoherencias gramaticales o léxicas pueden bajar la nota un 10%, y ello dentro de unas pruebas que supuestamente tendrán un enfoque competencial, que exigirán al alumnado mayor creatividad, reflexión y madurez.

La penalización por las faltas de ortografía ha sido y es un tema controvertido, a este respecto en las pruebas anteriores no había ninguna regla común, ni siquiera de mínimos para las Comunidades Autónomas, aunque en todas ellas se restaban puntos por este tipo de faltas; eso sí, con criterios dispares, que una vez más muestra el agravio comparativo entre los diferentes territorios del Estado.

En general, la norma actual incide, sobre todo, en la prueba de Lengua Castellana y Literatura. Así, en Madrid por cada falta de ortografía se deduce medio punto de la calificación del ejercicio con un total de dos puntos. Lo mismo en Andalucía, se penaliza con hasta dos puntos, descontando 0,75 por error ortográfico. En Extremadura y Castilla La Manchamás de 5 errores llevan a suspender el examen directamente, sin importar el contenido del mismo. En la Comunidad Valenciana y Castilla y León, restan 0,25 puntos por cada falta, hasta un máximo de 3 puntos. Cantabria hace lo mismo, pero pone el tope en 1,5 puntos. En el otro extremo Baleares que no deduce ningún punto hasta acumular 6 faltas de ortografía. 

En todas ellas predomina al final el criterio del corrector, es decir dicha penalización queda al albur de la permisividad o dureza del profesor-corrector de la prueba.

La recomendación del Ministerio, en tanto pretende terminar con la disparidad de criterios, es, sin duda, necesaria. La indicación de bajar un 10% la nota de Ebau por faltas reiteradas en la expresión escrita parece razonable, aunque falte concreción, y su eficacia dependa de que esa instrucción se cumpla en todas las Comunidades Autónomas.

No obstante, dada la repercusión de la prueba a la que venimos haciendo referencia, creemos que merece la pena llevar la reflexión un poco más allá: ¿es necesario penalizar las faltas de ortografía en un examen de estas características donde el alumnado se juega su futuro? ¿Es justo que un alumno no pueda cursar Medicina por haber puesto tres faltas de ortografía en las pruebas de la Ebau? ¿Es importante la expresión escrita para empezar los estudios universitarios y posteriormente la vida laboral?

No hay una única respuesta, el quid de la cuestión está en el valor que la sociedad en su conjunto confiere a la corrección escrita. Me atrevo a creer que la mayoría considera indispensable que los jóvenes que inician su carrera universitaria y que luego se convertirán en profesionales de distintos ámbitos dominen la expresión escrita en su propia lengua. En este sentido, en los últimos tiempos han aparecido en los Medios de Comunicación  noticias sobre el tema que han supuesto cierta controversia:

4.000 aspirantes a la Policía Nacional quedaron fuera del proceso de selección por no aprobar el examen de ortografía después de que la Dirección General de la Policía decidiese aumentar la nota de corte de 5 a 6,2.

La ortografía parece que fue la causa de que el 9,6% de las plazas de profesor de secundaria hayan quedado desiertas en las oposiciones de julio.

Un informe de la Universidad de Alcalá (UAH) alerta de que el 90 % de los jóvenes admite cometer faltas de ortografía cuando escribe en las plataformas sociales

Estemos de acuerdo o no con la penalización por ortografía, la sociedad se está haciendo eco del empobrecimiento del lenguaje escrito, de la falta de atención a la corrección gramatical, del visible descredito social de la convención ortográfica. Hoy el 41% de los jóvenes de 25 a 34 años tiene estudios superiores, sin embargo, el nivel ortográfico de los graduados es mejorable ¿Qué falla entonces?

Las causas son diversas. Reputados lingüistas como Ignacio Bosque consideran que el profesorado de Primaria y Secundaria es demasiado permisivo en general con estas cuestiones y pasan por alto en los exámenes las faltas de ortografía cuando entienden que el contenido es correcto

En respuesta, algunos docentes manifiestan que suspender por ese motivo no siempre es viable, que la Inspección educativa se lo impide, que muchos compañeros y compañeras no lo ven razonable y que a nadie le gusta quedar como el malo de la película. En todo caso, apuntan, sería un problema del claustro entero, no del profesor de Lengua, ya que solo sería efectiva una intervención colectiva en este campo.

Otros expertos, intentan buscar las causas, el origen, para intervenir en él.   En este sentido, parece haber cierto consenso en aceptar que el uso precipitado de la escritura en redes sociales y las plataformas de comunicación como Whatsapp es una de las fuentes principales del problema en la actualidad. Por lo general, el que escribe un blog piensa que la gente no dejará de leerlo porque cometa una falta de ortografía, siempre y cuando le guste su contenido. La cuestión, sin embargo, puede resultar más problemática cuando la frecuencia de faltas es tal que dificulta la lectura o arruina la publicación, o se produce en determinados contextos como, por ejemplo, la realización de pruebas o exámenes.

Se señala también otro factor del creciente deterioro de la expresión escrita: la instantaneidad en la comunicación. En tiempos no tan lejanos, al escribir, revisábamos cuidadosamente el texto antes de enviarlo.  Ahora apremia la inmediatez y enviamos docenas de correos electrónicos a diario sin releerlos, aun siendo conscientes de que muchos de ellos pueden contener errores de diversa consideración.

Tal vez la penalización no sea el mejor camino, y habría que incidir más, quizás, en la intervención en edades tempranas; no obstante, sea como fuere en España, la buena ortografía sigue siendo un importante indicador social. De hecho, este tipo de errores siguen influyendo en muchos procesos de selección: un currículum, correo o carta de presentación no son documentos que se deben enviar antes de haberlos releído y corregido. Los errores ortográficos se suelen ver como indicadores de negligencia o apatía, incluso de cierta incompetencia. Los errores gramaticales, de conjugación o de sintaxis siguen teniendo un impacto negativo sobre la credibilidad del empleado y, en su caso, de la empresa que representa. Que escribir de forma correcta sirve para triunfar profesionalmente, es evidente. El empresario Charles Ducombe realizó un análisis de diferentes webs comerciales, y concluyó que una mala ortografía podía disminuir las ventas en un 50%.

Saber escribir se considera, pues, una señal de inteligencia, seriedad y fiabilidad. Pero también es tenido por indicador de un pensamiento bien estructurado, y demuestra a los demás que hemos comprendido bien la lógica y las reglas del idioma. Si la expresión es pobre, el contenido también lo es, se quiera o no, decía Lázaro Carreter.

En conclusión, se hace necesario prestar atención a los escritos en redes sociales para evitar errores, del mismo modo que hay que exigir a los medios de comunicación tradicionales que den ejemplo utilizando cuidadosamente el idioma y al sistema educativo que siga trabajando con el alumnado para que cale la idea de que, si no manejamos bien los instrumentos de expresión, empobrecemos nuestro pensamiento o al menos su transmisión. Todos, por tanto, hemos de aportar nuestro granito de arena para que se respeten las normas de la expresión escrita y podamos seguir utilizando y compartiendo nuestro idioma de la mejor manera posible, porque como señala Julio Llamazares: Escribir y hablar bien sirve para expresar mejor las ideas, no es un capricho.

Sin embargo, aun aceptado todo esto, la verdad es que, las cosas no cambiarán, si, por más que muchos de nosotros expresen su preocupación ante la situación actual en este campo, las posibles soluciones nos ocupan menos tiempo y esfuerzo de lo debido. Por eso, la situación de la  ortografía  en nuestra sociedad ¡Al Rincón de Pensar!


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